martes, 3 de noviembre de 2009

La memocracia, digo Democracia.




Complicado este mundo nuestro... Y, en ocasiones, difícil de entender.
La democracia es un sistema perverso en sí mismo; Garantiza, al menos se supone que lo hace, la elección como líder de la persona más respaldada por una asamblea de ciudadanos, en principio, libres. En este momento se suele presuponer que al ejercer de tales, esos mismos hombres libres serán capaces de hacer recaer su elección es el candidato más adecuado... lo cual no deja de ser una absoluta gilipollez. Ésta pequeña tara del sistema acarrea la posibilidad de una consecuencia terrible e inevitable... Qué esa elección puede recaer en cualquiera, puesto que solo hay una cosa más manipulable que un ser humano... y ésta es un grupo de seres humanos. Al hilo de todo esto, no deja de sorprenderme que, en ésta loca carrera en la que la sociedad anda metida por certificar que tenemos tal o cual título o habilidad, el proceso democrático haya conseguido mantenerse al margen. Estamos tan confiados del invento que exigimos que para desempeñar con corrección el trabajo de barrendero u ordenanza – con todos mis respetos a ambas categorías profesionales – haya que justificar cierta preparación académica, ausencia de taras psicológicas, buena conducta y superar, en el mejor de los casos, un par de procesos de concurso oposición. En cambio, ni exigimos la misma preparación al que mete el voto en la urna ni, claro está, al candidato que al final acaba alzándose con el triunfo, con lo que éste puede revelarse como manifiestamente indeseable para el cargo o incluso, como un completo zote. Y nos da igual... y lo damos por bueno... Porque lo hemos elegido nosotros.... (mentira ya que el candidato lo ha elegido su partido...) Porque lo hemos elegido libremente... (es un decir ya que no hemos intervenido en la confección de las listas ni podemos, salvo en algún caso, modificar ni la presencia ni el orden de los candidatos...) Porque lo ha elegido la mayoría... (en ocasiones, pero no siempre... ya que en algunos procesos electorales si sumanos la abstención al voto nulo, esta agregación resultaría la fuerza más votada.) ¡Y pa´casa! Que ya hemos cumplido... y solo nos queda esperar a que pasen unos años para repetir proceso borreguil y funesta consecuencia. A mirar los informativos, donde se nos bombardeará con datos de participación que siempre resultarán altísimos y topicazos como que “no se han registrado incidentes” o que “ha triunfado la democracia”... Pero ¿qué esperaban? ¿Qué nos matásemos a la entrada del colegio electoral? y... ¿si triunfa la democracia... resulto, por ende, triunfante yo también...? Los griegos, primeros demócratas de la historia y personajes inteligentes – pues se las arreglaron para sobrevivir a las infernales tensiones internas que soportaron, resistieron a los persas y solo sucumbieron ante Roma, a la que luego conquistaron con su arte – manejaban el sistema de forma ciertamente diferente a la nuestra; Para empezar, solamente podían votar aquellos varones adultos que hubieran completado su entrenamiento militar. Tranquilos... no haré ningún chiste fácil acerca de la idoneidad de dejar a la mujer fuera del proceso electoral pero, si unimos a esto que, al contrario, quedaban inhabilitados para el sufragio los traidores, los maleantes, los condenados por mantener deudas contra el Estado o contra otros ciudadanos... caeremos en la cuenta de que era necesario, al menos, estar al día como ciudadano libre. No quiero ni pensar, lo despoblados que se iban a quedar algunos colegios electorales en caso de aplicar aquí algo, siquiera parecido. Estimados e improvables lectores, yo, me quedo con la monarquía tradicional.

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