Como soy prufundamente machista, dedico este texto a las mujeres de bien que aún quedan. Supongo que las feministas me llamarán de todo por ensalzar de esta forma a la mujer. En fín, uno no entiende a los liberales ni a los libertinos. Bueno aquí os dejo mis palabras escritas a las grandes mujeres españolas que aún quedan. Ellas saben sobre quién escribo.
En España desde tiempos inmeriables se ha profesado culto a la mujer.
En el paisaje, austero, recio, varoníl, de España, es claro que la mujer , con su gracia, apareció siempre como una flor en medio del erial. Pero no solo con su gracia, sino que en una tierra como la española, que genera tan profundas pasiones, ha sido siempre la mujer, con su virtud, con su sentido de la realidad, el complemento indispensable del hombre. Así resultó, como oposisión al erial y la pasión esa síntesis tan característica de la mujer española entre gracia y contención. El español de todos los tiempos idealizó a la mujer, la subliminó y la veneró; el vió en ella una criatura más que humana: una encarnación de la virtud un ideal. Por eso se comprende por qué los españoles han sentido siempre una predilección especialísima por la Virgen María y el que vean en la mujer sobre un trasfondo religioso. La elevada consideración que tiene el español de la mujer explica la extraordinaria importancia social que ella tiene en España, y consiguientemente el importante papel que le corresponde en la evolución de España hacia formas de vida más completas.
La mujer es la roca hispana, esa roca que uno percibe en todas las creaciones españolas desde tiempo muy antiguo . Hay en la cultura española algo interior, duro y permanente que subyace en todas las creaciones de este país, a través del tiempo y de sus cambios: algo que perdura igual así mismo, vencedor de culturas, lenguas, ideas y estilos. y acaso el fundamento de esta roca, lo que está debajo de ella, sea la mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario