- A veces, pienso que la Iglesia se parece a la Falange. ¿ Por qué ? En la Falange siempre existió una especie de morbo incomprensible y suicida por " atraer " o hasta " reconciliarse " con la república o la izquierda; la misma cosa que más la persiguió y aniquiló. Los martiriales testimonios de José Antonio Primo de Rivera o Ramiro Ledesma Ramos así lo atestiguan, o que el valiente Algabeño no pudiera proporcionar más voluntarios a Queipo de Llano porque estaban casi todos o en la cárcel o en el cementerio de San Fernando. Con la historia como ejemplo más claro, con la saña tricolor y roja tan clara contra el nacionalsindicalismo, visto siempre como " el mal fascista absoluto "; con todo y con eso, tanto falangistas en particular como nacional-revolucionarios en general siempre tuvieron esa suerte de empeño en congraciarse con el " republicanismo socialista ", cuando éste les sigue odiando a muerte.
¿ Me siguen por donde voy ?
Sé que el ejemplo no deja de ser una cabronada. Pero no se crean los falangistas: En el carlismo también se ha dado esto y bastante. Empezando por aquellos que creyeron que casando a Carlos VI con la Isabelona ya se arreglaba todo. De ahí al conde de Rodezno, fíjense si ha llovido....
También le pasó a Franco. El galaico general se dedicó a intentar aniquilar a la " oposición interior " mientras convirtió al imposible " partido único " en un nido de enchufados aprovechados sin escrúpulos, que ensombrecieron a muchas gentes honradas. ¿ Con el objeto de la " reconciliación nacional" ? Una reconciliación abstracta, indefinida y coja, que acabó como el rosario de la aurora: No esperaron a que el general muriera para integrar las rumbosas masas del populismo progre que siempre ha cortado el balacao en la democracia que hicieron los propios de unas cortes franquistas que se suicidaron.
¿ Qué diremos de ciertos cristianos mozárabes que incluso formaron herejías para abrirse al mundo dominante y tiránico de su tiempo, que era la umma andalusí ? Acabaron esclavos o muertos.
¿ Qué diremos de aquellos católicos que en Yanquilandia cayeron en la herejía americanista, sucumbiendo a la " religión civil washingtoniana " ?
De ejemplos estamos llenos....
Y la Revolución ha demostrado todas sus astucias posibles para aniquilarnos. Que se lo pregunten al conde de Chambord y a la bandera blanca de las flores de lis.
Muchos lucharon, eso sí. Hoy sin embargo, lo que manda es la bajada de pantalones....
Dice Juan Manuel de Prada que en la segunda mitad del siglo XX, la Iglesia ha pensado más en " abrirse al mundo " y ha estado tirando por la borda mucho de lo bueno que tiene. Así, vemos atónitos que los clérigos son los primeros en echarse en los brazos de aquellos que más los odian, empezando por los liberales. En España adquirió proporciones mórbidas, pues la institución que más se llegó a oponer al franquismo fue la propia clerecía, y no por motivos religiosos, sino por motivos estrictamente políticos. Con Tarancón a la cabeza, a muchos clérigos les importó poco la salvación de las almas y lucharon con uñas y dientes para atraer al rebaño católico al liberalismo democapitalista.
Los católicos llevamos bastante años queriendo imitar a los protestantes, sin darnos cuenta de que nosotros nunca participaremos de su mesianismo laicista y determinista, y hasta racialista si me apuran. Es decir: En el lado teológico, nada tenemos del pesimismo ignorante de Lutero, nada de las oscuras obsesiones dineriles de Calvino, nada podemos ni queremos tener con iglesias nacionales ni demás coñas marineras. Es mezclar agua con aceite, y esto es lo que llevamos haciendo hasta sin darnos cuenta de las terribles consecuencias, empezando por nuestro complejo de inferioridad, que carece totalmente de sentido y más frente a ellos.
Mmmmm, iglesias nacionales.....Pero hay conferencias episcopales.....
De la generación de mis padres a la nuestra, se habla de que la iglesia necesita " aperturismo ", " abrirse al mundo "....Precisamente una " religión ideológica " como el islam, que no se destaca por su aperturismo, es la que más éstá creciendo, y el Catolicismo, que ha sido el que más se ha esforzado renunciando a lo suyo, está bajando vertiginosamente. ¿ Es como mínimo para que los modernistas cursilones se hicieran autocrítica, o no ? Si por sus frutos los conoceremos, mal vamos.
Me dice mi padre que muchos de sus compañeros que como él, estudiaron internos con salesianos, escolapios, claretianos, etc.; han acabado como furibundos ateos. Yo mismo supuestamente estudié en un colegio religioso, de las irlandesas, y no aprendí absolutamente nada de religión católica. Salí de allí preparado para ser ateo, y luego, me devané entre Nietzsche e irrisorios paganismos, hasta que torné con fuerzas a la Santa Fe Católica, que alimenta mi triste vida en su inmaculada esperanza.
Claro que no sólo es culpa de la escuela, que también es culpa de uno. Pero eso denota el fracaso de la escuela católica, tanto que se llegue a celebrar el día de jalogüín y que se pongan a mamarrachos gordinflones vestidos de colorado que suplantan a los Reyes Magos que fueron a adorar a Dios Nuestro Señor.
Se nos viene diciendo que la religión es una cosa de puertas para adentro. Que no podemos imponer nuestras creencias. Este maniqueísmo oscuro viene a decir: Que os impongan el ateísmo, porque ustedes no pintáis nada. Los católicos no tenéis perspectiva en política, economía, cultura....La religión es cosa de puertas para adentro y ni mucho menos un motivo para sentirse orgulloso, no es algo para difundir, ni siquiera para hablar. En el ámbito privado de cada uno y que cada cual lo interprete como quiera. Cada cual es un sabio, un teólogo, un historiador....Y así, el hombre moderno, en verdad profundamente ignorante, desprecia a un pasado que no conoce y se cree cómodamente superior, para terminar devorando ágoras y códigos Da Vinci.
" Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no es que no crean en nada, es que ya se lo creen todo ", Gilbert Keith Chesterton.
Escuchaba a mi padre y me dio una idea. Recuerdo que cuando Prada sacó la edición del Padre Castellani, un maestro y amigo argentino me dijo que yo sería de los pocos españoles que había leído a D. Leonardo antes de la buena difusión de Prada. Entonces me pregunté que eso como podía ser....
Es como cuando hasta el ateo Gustavo Bueno dice: " Dicen que en España no había filosofía....¿¿ Pero cómo puede decirse eso ?? ".
Hasta que uno no ha entrado medianamente en años, ni había oído quienes eran Gilbert Keith Chesterton o Hillaire Belloc. Se escuchaba a Tolkien, que lo mismo era reivindicado por nazis, por hippies, por extravagantes de toda clase....¡¡¡ Pero por ningún católico !!! Y en nuestro mundo hispanoparlante, y en esta España que tanto presumía de católica, ¿¿¿ por qué hasta hace muy poquito no se ha sabido quien era el padre Leonardo Castellani ? ¿ Por qué se sepultaron los ensayos hispanísimos del padre Zacarías de Vizcarra ?
Por lo mismo que venimos siguiendo: La intelectualidad no casa con el Catolicismo. No hemos de preocuparnos de eso. Aquí el nivel cultural lo llevaban los cuadernos para el diálogo de Sor Intrépida, que ya hemos visto el bagaje que dejó. Allí andaba un tal Juan Benet que se tiraba de los pelos contra Solzhenitsyn, cuando vino el genio ruso vino a España y una vez más, descubrió la perversidad marxista.
A día de hoy tenemos a un gran escritor inglés, Joseph Pearce, maestro biógrafo de Tolkien, Chesterton o Solzhenitsyn. ¿ Hacen algo las escuelas católicas por promover su lectura ? No. Es más, se vería como estrafalario, trasnochado, como que no pega....Tanto así como hablar de la Filosofía de la Eucaristía de Juan Vázquez de Mella.
¿ Por qué en años atrás en las escuelas católicas no se dieron a conocer a estos grandes autores ? ¿ Por qué durante años se han alimentado tantos vacíos ? ¿ Hacia qué nos hemos abierto ?
Hacia nuestra autodemolición....No hacia ganar almas para Dios, no hacia alimentar nuestra Fe, no para defender nuestro hermoso legado tradicional, no para argumentar con raciocinio. El " no " ha sido la respuesta, negarnos por y para un mundo en ruinas.
Para colmo de males, se supone que el católico es el clásico lelo-gafotas de la derecha pijo-amamonada que no se entera de nada. Nos hemos convertido en el predilecto saco de boxeo mundial. El malnacido de Alí Agca disparaba contra Juan Pablo II. Hace poco, una hija de perra italo-suiza se abalanzaba contra Benedicto XVI. Es que estaba loca, dicen....¡¡ Pero a los locos no les da por ir a liarla a La Meca, molestar en sinagogas o amenazar a pagodas budistas !! ¡¡ Siempre les da por lo mismo !!
¿ Tantos esfuerzos por " congraciarse con la modernidad " para esto ? Si se veía venir....
¿ Por qué sucumbimos a la leyenda negra sin respuestas, cuando hay muchas y en verdad son fáciles ?
¿ Por qué no reivindicamos a nuestras cabezas más privilegiadas ?
¿ Por qué esa falsa vergüenza, ese silencio cobarde, esa cretinez mayúscula ?
¿ Para eso tanta guitarrita en la iglesia, tanto cántico idiotizado ?
¿ Hasta cuándo, hasta que ya no nos queden ni las catacumbas ?
¿ Hasta que nos prohíban los cruficijos hasta en las tumbas ?
Y también otro tema importante, ya que está tan de moda Palestina....¿¿ Por qué desde nuestra estupidez eurocentrista, nadie se acuerda de los cristianos de lengua arábiga que mantienen el arameo, perseguidos por los fuegos sionistas y mahométicos, cuando si alguien puede presumir de Cristianismo, ésos son ellos ?? Si ni nos suena lo que es un maronita....Tantos que han tenido que partir al exilio mientras aquí posamos nuestros cómodos culos en poltronas de vanidades. ¿ Y los cristianos antiquísimos de la Etiopía ? Pues más de lo mismo. El islam borró de un plumazo la tradición cristiana del norte africano y apenas sabemos que San Agustín de Hipona escribió sus Confesiones. Como si no fuera con nosotros la cosa.
Antaño, la Revolución utilizaba sus tretas posibles. Contra el conde de Chambord, contra los Estados Pontificios, o aquellos gobernantes del Austria que tanto traicionaron, por más romanticismos que queramos aplicar....Tras la decadencia regalista, fijémonos si ha llovido. Tela marinera. Tanto que la Revolución ya casi ni necesita tretas. Vemos que nuestros prelados hablan de unos abstractos " Derechos del hombre " en cuyo nombre se ha exterminado a millones de personas pero nadie habla del Derecho de Gentes que fundara el Padre Vitoria en la universidad de Salamanca. Hacemos como burdas plañideras con sefardíes y moriscos pero nadie se acuerda del terrible martirio de los cristianos que durante siglos se padeció en la patria de San Isidoro y Recaredo. Nadie habla de los derechos de Dios, nadie habla de la legítima autoridad. Entierran las sotanas y abolen el latín y el griego, esto último base de nuestra lengua y cultura, y hasta de nuestra raza diría yo; fabricando analfabetillos que llenarán como masa cines, discotecas y urnas para votar a una cuadrilla de mangantes que no representan más que los intereses de su oligarquía.
¿ No sería mejor reconocer que la democracia cristiana ha sido un absoluto fracaso, y cuyo instinto perverso ha sido el de ideologizar para su política atea a la Santa Fe, con resultados peores todavía que la nefasta teología de la liberación ?
¿ No sería mejor dejar de enrocarse en una Revolución que lo que quiere es nuestro exterminio, dejándolo clarito desde primera hora ? ¿ No sería mejor abrirse de verdad, evangelizando a las naciones, reconquistando los corazones y volviendo a proclamar sin fisuras la Buena Nueva a los cuatro vientos ?
Dicen que los curas no deben meterse en política....Pues estoy de acuerdo. Siendo como mi amigo Rafael Castela Santos, algo anticlerical, entiendo que en los últimos tiempos, cada vez que éstos se han metido en política, ha sido para meter la pata hasta el fondo, para luego acusarnos a muchos tradicionalistas de querer " mezclar política con religión "....¡¡¡ Otra esquizofrenia protestante !!! Si hay alguien que lo ha entregado todo al poder por estar cerca de él, ésta ha sido la clerecía moderna.
La política católica, para los seglares. Al menos, que nos dejen a los contrarrevolucionarios tranquilos, que no nos obstaculicen, como han querido obstaculizar muchos obispos tóxicos contra el Motu Proprio de Su Santidad Benedicto XVI. Y nosotros, contrarrevolucionarios del siglo XXI, dejémonos ya de decir continuamente que somos muy católicos y muy españoles, que eso ya lo sabemos. Claro que debemos hablar y actuar en contra del aborto, del divorcio, por la familia, claro; pero también podemos hablar de la ruina de los ganaderos y los agricultores, de lo ladrona que es la banca, de la invasión islámica que realmente se está produciendo, de cómo se está persiguiendo a los cristianos en otros países mientras otros hablan de Israel y Hamas, de nuestros gravísimos problemas con el tema de Gibraltar y el expansionismo alahuita que amenazan nuestra territorialidad inmediatamente, de la penosa situación del ejército; de los problemas que le importan a la gente. Podemos hablar hasta del cambio climático, sí, porque en contra de las " modas de la derecha ", sin entrar en " ecologismos ideologizados " que fabricaron los nazis y luego tomó la izquierda de Chernobyl, la defensa más enconada de la naturaleza, un ecologismo natural, realista y positivo, contra las aberraciones del mundo industrialista, fue cosa del distributismo; para encontrar esa defensa natural hay que acudir a Chesterton y a Tolkien. Que muchos como Al Gore hayan cogido el tema del cambio climático como fuente descarada de latrocinio no nos exime de tomar partido por la Creación de Dios, mutilada por tanta rapiña ambiciosa.
Hay tantas cosas de que hablar y por lo que actuar, y todos somos tan culpables....
La mentalidad protestante no ha triunfado en " lo religioso ", sino precisamente en lo laicista. La " edad de las revoluciones " que acasó comenzó Cromwell, forjó su genocida yunque en la Vandea y se pavoneó en los distintos campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, hasta las actuales ansias de petróleo, gras y drogas. En su mesianismo y su masónica ideología, se creen en un paraíso terrenal iluminado que será eterno. Pero esta era caerá, pues es de este mundo, y lo mundano es perecedero. Otras edades más proyectadas hacia Dios duraron más; podrían al menos plantéarselo.
Este mundo se está devorando a sí mismo, provocando una guerra demográfica que está perdida de antemano. Por más condones y más infanticidios que se empeñen, por más que quieran imponer su partitocracia oligárquica, la mayoría del mundo parece no escuchar, por más que nosotros, que presumimos de cosmopolitas, para berrinche contradictor propio de Hegel nos creamos el ombligo del mundo. Ahí está el islam....No estoy de acuerdo con Samuel Huntigton, pero sí estuvo muy acertado cuando dijo que el islam constituye un mundo consciente de su superioridad cultural y obsesionado con la inferioridad de su poder. Esa voluntad de poder que tanto alababa Nietzsche....Y se lo estamos ofreciendo en bandeja, con ideologías europeas revolucionarias, fabricando paraísos andalusíes que sólo existió en la mente calenturienta del romanticismo extranjero. Y hoy existe como herramienta revolucionaria para joder al Catolicismo, mientras nos empeñamos en seguir mudos, como tantos obispos se quedaron mudos cuando el zarzuelero Juanca firmaba leyes infanticidas.
¡¡ Los revolucionarios usan todas las herramientas a su alcance, hasta la música típica y popular si hace falta, y nosotros no hacemos nada !! ¿¿ Por qué ??
Seamos serios y salgamos de nuestros circulitos: Si seguimos así, estamos en una guerra perdida de antemano. Sabemos que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia, pero también sabemos que a Dios hay que rogar y con el mazo dar.
Tenemos mucho que decir, mucho que hacer, mucho que aportar. Se nos dijo: " No tengáis miedo ". No tenemos que volver al pasado, pero tampoco renunciar a lo que se nos transmitió como áurea entrega.
Quo vadis ?, nos decimos, mirándonos atónitos. Decía un poeta portugués, mal traducido por mí: " ¡ Ahora ! Es la hora "; es la hora de la cabeza y del corazón, es la hora del alma herida que busca su purificación. Es la hora de una Universitas Christiana que nunca quiso aletargarse. Es la hora de una nueva Reconquista.
El Marqués de Torrebermeja junto a Don Sixto, Rey legítimo de las Españas.
Estimado Mazadelizana de Tercio Hispano:
Núcleo de la Lealtad tiene el honor de participarle la felicitación navideña de la Secretaría Política de la CT:
«En nombre del Abanderado de la Tradición, en el del Carlismo y en el propio, la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón les desea una santa y feliz Navidad.
Que en el Año Nuevo el Niño Dios nos conceda acercarnos a la restauración de Su reinado sobre Las Españas y sobre la Cristiandad toda».
Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón
Comunión Tradicionalista
Nos adherimos a la anterior felicitación de la Secretaría Política de la CT, y en nombre propio le deseamos:
«¡Felices Pascuas y próspero Año de Gracia de 2010!»
Como hay días en los que mis deberes (en más de un sentido) me permiten tener un tiempo de esparciemiento, suelo ir al canal que hay cerca de Ottawa a ver gente corriendo a -15 grados o, sencillamente, recorro la calle Bank hasta llegar al ''Rido'', me meto en un librería que hay al lado de este edificio y leo libros. Uno de esos días, la semana pasada, se me ocurrió la rara idea de ir a comprar postales navideñas, total, mi madre las necesitaba y no tenía nada que hacer.
Así que al final, cogí mis pocas pertenencias invernales, y salí a la calle dispuesto a perderme en un mundo multicultural, donde cada persona sólo se interesa por si misma. A medida que me acercaba a mi destino (el que me había marcado esa misma tarde, no el que me está marcado por ser quién soy) los pies se me helaron y la cabeza se me calentó. No paré de ver al gorde de rojo en todos los escaparates que ví. Si el tipo ese con sobre-peso (ya le podría dar un infarto) no estaba con unas mascotas, estaba con una familia (curiosamente, no era todo de negros, o sólo formada por blancos, siempre eran mezclas)o con el gilivainas de Rodolfo. Resta decir que el abeto pagano también hacía acto de presencia en muchos escaprates.
Una vez llegé a mi destino, la librería ''chapters'', me puse a buscar postales navideñas con los Tres Reyes Magos, el nacimiento o combinaciones de los estos ''elemento''. Trás una hora de infructuosa busqueda, pregunté a una muchacha agraciada dónde habían puesto las postales que estaba buscando, la joven (ahora que lo pienso, tenía la misma edad que yo) me respondió que eso aquí no era tradicional y que si quería postales ''navideñas'' tendrían que ser con el gilivainas de Rodolfo y su gordo amo. Salí de la librería (trás dar las gracias, eso sí) y me fuí al centro comercial que está al lado de esta librería. Trás otra hora en vano, decidí ir a la librería latina (que estaba cerrada). Antes de iniciar la marcha hacia dicho lugar, me atacó un gordo de rojo y me preguntó que qué quería que me trajera, mi respuesta fue la siguiente: Veinte postales en las que aparezcan los Reyes Magos adorando al niño Jesús; el gordo de quedo pálido (todo lo blanco que un negro zaíno puede) y me dijo, descaradamente, que vería que podía hacer. Por lo menos, si eso sirve de consuelo, me dejó hacerme unas fotos con sus dos ''elfas'' que bien decentes que estaban. Al menos, en eso, el gordo de rojo tiene buen gusto (amén, de una más que segura pedofília).
Finalmente, llegé a casa con un dedo medio congelado (dos horitas calentándolo no dan gusto), sin postales, y con un cabreo monumental. Mi madre se lo tomó con humor y se dedicó a dibujar nacimientos y adoraciones en postales blancas.
Si de verdad merece la pena vivir en esta época, yo soy seguidor del obeso pedófilo de rojo.
VIVAN LOS REYES MAGOS, VIVA HISPANIA. DEUS LU VOLT.
Quiero agradecer desde aquí a Aquilífero el haberme mostrado esta historia sobre nuestros antepasados.
La batalla de Pavía es una de las gestas más importantes realizadas por los tercios españoles. En ella, el propio rey Francisco I de Francia cae hecho prisionero junto con gran parte de la nobleza francesa. Los españoles dieron buena cuenta del combate, y en el asalto murieron miles de hombres de ambos bandos, pero fueron los franceses, muy convencidos de us pronta victoria, los que pagaron más alto precio.
Se cuenta que la situación estaba perdida y que los franceses iniciaron la huida. Muchos perdieron la vida en el río, pues Leiva había destruido el puente sobre el Tesino. Solo el rey francés permanecía en el campo de batalla con sus caballeros; vio caer a sus mejores hombres, uno tras otro, y trató de huir y buscar alguna portilla en el muro del parque. Pero unos arcabucero le cerraron el paso; uno de ellos mató al caballo del rey y Franciso I cayó al suelo, atrapado bajo el vientre del animal; los soldados imperiales estaban dispuestos a acabar con su vida, pero el monarca declaró su condición y se rindió ante los arcabuceros Juan de Urbieta, Diego Dávila y alonso Pita.
Cuentan las crónicas que en esas estaban cuando un arcabucero espalo se acercó al monarca galo y le dijo: “Señor: Vuestra Alteza sepa que ayer, cuando supe que la batalla se había de dar, hice seis balas de plata para vuestros caballeros y una de oro, para vos. De la de plata, yo creo que cuatro fueron bien empleadas, porque no las eché sino contra sayo de brocado o carmesí... La de oro, la veis aquí y agradecedme la buena voluntad, que cierto deseaba daros la muerte más honrosa que a príncipe se ha dado. Pero, pues que no quiso Dios que en la batalla os hubiera visto, tomadla para ayuda de vuestro rescate, que ocho ducados son una onza”.
Eran otros tiempos, en donde el último de los soldados españoles rezumaba más hombría y alteza, que todo un rey de Francia.
Tradicionalismo, de consiguiente, es el amor a los principios y deducciones de la Tradición, es su estudio y desarrollo y defensa, es el sistema que tiene por objeto establecerlos prácticamente en España; y en virtud de esto, son absolutamente contrarios al espíritu y al programa tradicionalista, tanto los abusos del poder público como la sedición contra la autoridad legítima, así el absolutismo oligárquicos y demagógicos, lo mismo la opresión de la libertad que la autorización de la licencia, igual los antiguos despotismos que los despóticos liberalismos flamantes.
El tradicionalismo nada tiene de crédulo aunque es creyente, no restaura rigorismos extremos aunque es católico; es íntegro sin ser extremado, es intransigente sin ser intolerante, es moderno sin ser modernista, nada tiene que ver con el reprobado tradicionalismo de los Ráulica y los Bonald, ni con el absolutismo galicano de los Bossuet y Luis XIV, ni con el regalismo jansenista de los Pimentel y los Chumacero; defiende principios naturales y cristianos de buen gobierno monárquico, no demasías cortesanas ni privados intereses de dinastías o de favoritos; es de herencia nacional de enseñanzas y procedimientos sanos, que no de tiranías y vetusteces insanas; da origen divino a la autoridad, no al derecho personal de ejercerla, que es humano; y si por derecho divino presta obediencia a los gobernantes que la ejercen rectamente, también por derecho divino pueden negarla a los que la ejerzan tiránicamente.
Tanto se aparta la influencia de los Nithard, como de las infamias de los Godoy; tan lejos va de la mitra de los Opas, Gelmírez y Fonsecas, como de la privanza fatal de los Lunas, Olivares y Oropesas; lo mismo reprueba a la funesta bonachería de Carlos II y Carlos IV, que las tiranías de Felipe V y Fernando VII; si le agrandan reyes como San Fernando, Isabel la Católica, Carlos I y Felipe II quiérelos ver con la investidura de todos los modernos adelantos legítimos; recoge todo lo bueno de las leyes, mas no todas las obras de los reyes; es españolísimo y no dinastisimo, es regionalismo y no centralización; no es francés ni alemán, no es Austria ni es Borbón; es español y españolista, es patria y nación y bandera y se llama España.
España, no partido, antes exige el acabamiento de los partidos, bien admite que admite y respeta la variedad de escuelas y tendencias españolistas dentro de la unidad tradicionalista; porque, en suma, el Tradicionalismo no es más que el españolismo de los siglos, neto, auténtico, legítimo, probado, que no está reñido con la variedad de opiniones honestas y quiere en lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad ; y en todo, caridad.
Si en tiempos que ya pasaron hubo tradicionalistas creyente que de buena fe en los reyes de derecho divino personal o dinástico, y de defensores de la potestad absoluta y de rigorismos extremados, fue porque las extremadas circunstancias de sus días eclipsaron por algunos momentos la verdadera Tradición católica-monárquica de las Españas y porque la clara explicación y aplicación de ella, como de las ciencias mismas, sólo podía venir con el curso de los tiempos.
Oponiendo ardorosos la fortaleza de su celo a las violencias de la malicia revolucionaria , no advirtieron que antes del gobernante es el pueblo; antes del derecho regitivo de la persona ó dinastía designada, el derecho designativo que por ley natural tiene la sociedad; pero bien sabían y propugnaban que no se hizo el pueblo para el rey, sino el rey para el pueblo, y la libertad que es santa y se debe proteger su uso cuanto reprimir su abuso, como de cualquier otra facultad ó virtud moral, por los cual no debían haber consentido que les usurpase la hermosa palabra de Libertad ese sistema opresor y corruptor de la libertad misma, que por antífrasis tomó el nombre de liberalismo.
De la revista valenciana “Tradición y Progreso”Año 1912
Publicado por Muñoz, en Simancas Tradicionalista.
Hay gente que no nace en el tiempo que de verdad le corresponde. Somos unos ''apátridas'' en el tiempo, vagamos de un lugar a otro en nuestra mente, soñando con esa época en la que tanto nos hubiera gustado vivir. Se nos ha llamado soñadores como si fuera algo incorrecto o erróneo serlo, incluso se nos ha tachado de pasados de moda y/o anticuados. No puedo hacer otra cosa sino darlos las razón. Yo hubiera vivido en la Edad Espléndida ( E. Media para el analfabeto común), ahora tú dirás que de muros pa' dentro, estás equivocado, yo no hubiera vivido en un castillo todo el día, mirando las finanzas de mi feudo y viendo como diablos puedo hacerle la pelota al rey o en otras palabras: cómo conseguir más mercedes. No estimado lector, yo me hubiera lanzado a la lucha contra el invasor, hubiera recorrido la vieja Iberia a lomos de mi rocinante, buscando a mi dulcinea, desaciendo entuertos y luchando por las Españas, el rey y la Santa madre Iglesia. Hubiera combatido al moro en Andalucía y el Algarve, hubiera liberado Murcia del Yugo caldeo, hubiera enseñoreado mi pendón por Sicilia, Nápoles y Grecia, contra el Turco hubiera bregado en Asia menor. Al traidor con toledana hubiera descalabrado, aquél que manchara mi honor y mi honra un hachazo se hubiera llevado. Aquel que ofendiera a una dama -de cualquier condición- como a un perro lo hubiera lanzeado. No hubiera poseído nada más que mi armadura, espada, fiel corcel hispano y mis arrestros, por lo que hubiera sido más libre-aún- que el hombre actual.
Por qué tengo que vivir en esta época de egoísmo, cobardía deshonor, desverguenza; esta época en la que el hombre medio se averguenza de lo que fueron sus antepasados, que ante una injusticia, comete una aún mayor. ¿Por qué yo Señor? os hubiera sido más útil en la Edad Espléndida (E. Media).
Esta breve y sintética comunicación se reducirá a contestar una sola pregunta: ¿cuál es la situación actual del espíritu español ante Alemania?
No de la política española. Sino del espíritu o genio de España que es el que determina toda política. Pues la política es, al fin y al cabo, una ejecución de mandatos superiores: es una simple técnica.
Para responder esa pregunta fundamental se me ha de permitir encuadrarla en su puesto. Ya que siendo una pregunta conclusiva, un remate de edificio, es necesario conocer, antes, los basamentos que han de sustentar la respuesta.
España y Alemania estaban dispuestas por Dios sobre la tierra, es decir: en la geografía –para ser amigas y aliadas. Puesto que, entre ellas se cumplía la milenaria sentencia hindú: «¿Quien es tu enemigo? –Mi vecino. ¿Y tus amigos? –Los vecinos de mis vecinos.»
España y Alemania tenían los mismos vecinos sobre la tierra. Por tanto, tenían que ser amigas. Lo fueron. Lo son. Y lo volverán a ser siempre. A pesar de los terribles obstáculos que a veces ponen los vecinos para separarlas.
En esa amistad, unión –o si se quiere, matrimonio– el papel «germánico» ha representado siempre la acción y la empresa. Y «España» el papel materno de la fecundación de esa empresa: de su universalización. Dicho en términos biológicos, Alemania el «ímpetu racista». España la «virtud raceadora». Y en términos religiosos: Alemania aportó la afirmación al problema de la vida en este mundo. Y España la solución al más allá de esta vida. [52]
Hay quien dice que por eso un alemán y un español no pueden entenderse, y porque el uno es rubio y el otro moreno.
Pero quien diga eso no sabe donde está el Norte ni donde está el Sur. Está desorientado.
Los arios rubios han necesitado siempre en sus empresas el complemento moreno. El ario inglés –representante del espíritu de «libertad» necesitó de un pueblo moreno que coincidiese con esa idea de destrucción del continente. Y la encontró en el pueblo judío. (No en vano fue un judío –Disraeli– quien fundara el imperio inglés.) En cambio, el ario germánico –representante del espíritu de «unificación continental» buscó siempre un complemento en el Sur que coincidiese en ese afán. Y siempre lo encontró en la idea de Roma. No sólo en la Edad Media y en tiempos modernos de Carlos V. Hoy mismo el Eje Berlín-Roma y la amistad personal del Führer y el Duce es la mejor prueba de lo que digo.
El papel de España –hija de Roma– en el Sur de Europa, ha sido siempre el de representar la idea romana cuando Roma por circunstancias históricas diversas no podía cumplir su eterna misión. Por tanto España ha sido grande en su historia cuando ha logrado complementar el mundo germánico, autoritario e imperial. Y España ha sido desgraciada cuando ha traicionado ese destino, entregándose al espíritu de «libertad». Espíritu fatídico que la condujo en tiempos de los godos a la invasión musulmana. En tiempos medievales al triunfo francés de Carlomagno y al feudalismo separatista. Y en épocas modernas, a la invasión napoleónica de 1808. Y a la invasión bolchevique de 1936.
Dadas estas bases, esenciales e inconmovibles, es sencillísimo trazar las líneas espirituales del alma española en su relación con el mundo germánico.
España y el mundo germánico –dejando aparte coyunturas prehistóricas– se encontraron por vez primera, históricamente, en el siglo V con la invasión visigótica en la península. El representante del espíritu español en esa época fue Isidoro de Sevilla. El cual afirmó: que Germania era la heredera providencial del [53] Imperio romano. Y que por tanto los españoles –hijos de Roma (imperiales y católicos)– debían fundirse con ese nuevo pueblo de Dios. A Isidoro de Sevilla se debió la primera unificación histórica de España y Germania: la Monarquía hispanogoda, imperial y católica, teniendo como sede la que –desde entonces hasta el General Moscardó– sería la capital tradicional de España: Toledo.
Desgraciadamente el imperio visigodo careció de un Hitler, de un mando único y genial. Lo cual permitió que se fraccionara, feudalmente, el ímpetu germánico. Y que los judíos, al acecho, aprovecharan para desencadenar sobre Europa la revancha semítica, la invasión musulmana de Mahoma.
La Monarquía hispano-goda derrotada cerca del Estrecho de Gibraltar, en el Guadalete (711) se tuvo que refugiar entre las breñas del Norte y empezar la reconquista o liberación de España frente al Oriente invasor. (Del modo como en 1936 ante la invasión oriental bolchevique tuvo que empezar la nueva reconquista desde las mismas tierras de donde partieran los caudillos godos medievales: Asturias, León, Galicia, Castilla.)
El índice espiritual de aquella Reconquista hispano-goda fueron los «Cantares épicos de gesta» y los del «Mester de Clerecía». Las hazañas del Cid, vencedor de los moros. De Bernardo del Carpio, el héroe legendario que derrota a Carlomagno. De Fernán González que funda Castilla. Junto a esos «cantares de guerra» con su poesía aria, señorial y de casta –hay que poner, mas tardíamente, los «Cancioneros» cortesanos de una lírica exquisita, feudal y aristocrática.
Desgraciadamente, Francia –apoyada en la Orden de Cluny y en Papas favorables a sus designios especiales– derrotó al naciente imperio leonés del siglo XI. Y más tarde, al naciente Imperio castellano del siglo XIII simbolizado en la magna figura de Alfonso X el Sabio, emparentado con la Casa de Suabia. Y el cual, desde su Alcázar de Toledo, estuvo a punto de anticiparse en dos siglos al Emperador Carlos I de España y V de Alemania, haciendo de nuestros dos países un solo pueblo. [54]
Las mismas corrientes adversarias de Francia y de las gentes ánglicas y normandas obstaculizaron durante los siglos XIV y XV el Imperio mediterráneo de la Casa de Aragón. Y todas las pretensiones hegemónicas de Castilla: reflejadas en la lengua y libros del Arcipreste de Hita, del Infante Don Juan Manuel, del Canciller Ayala, de Jorge Manrique, de Juan de Mena, del Marqués de Santillana y de Nebrija.
Los escalones políticos de esa época: en la Idea del Imperio, en la tradición hispano-goda del Imperio –fueron las figuras de Pedro III de Aragón, de Alfonso V el Magnánimo, de Don Álvaro de Luna y de César Borja.
Pero este sueño hispano-germánico del Imperio no se pudo lograr hasta que la genial política de los llamados Reyes Católicos, Isabel y Fernando, concertó las bodas de sus hijos Juan y Juana con arios austríacos de la Casa de Augsburgo. Tales matrimonios fueron para el Imperio hispano-austríaco de Augsburgo tan fundamentales como el descubrimiento de América por Colón y la expulsión de moros y judíos bajo los mismos Reyes. Porque de la unión de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso de Augsburgo nacería el César o Führer del gran Imperio universal del Renacimiento: Carlos I de España y V de Alemania. Así como su hijo sucesor Felipe II.
Los índices espirituales que encarnaron este triunfo del Imperio son universales: en la Lírica, un Garcilaso y un Fray Luis de León. En la Mística, un Loyola y una Santa Teresa. En la Épica, un Ercilla y un Hojeda. En la novela, un Cervantes. En el teatro, un Lope de Vega. En los tratados doctrinales, un Guevara y un Valdés. En la Historia, un Mariana. En la pintura, un Greco. En la arquitectura, un Herrera. En las ciudades y monumentos, un Toledo y un Escorial.
Francia fue otra vez la que desde el siglo XVII inició la ofensiva contra este Imperio, auxiliada por piratas ingleses, holandeses y turcos. Así como por Pontífices favorables a sus hegemónicos designios. [55]
La primera guerra civil de tipo moderno nos la promovieron los franceses con la llamada Guerra de Sucesión entre Austríacos y Borbones. La Guerra de los Borbones, para desposeer de sus derechos a la Casa de Austria sobre España. Y a España de todo su Imperio. Entre otras tierras, de Gibraltar.
Un 14 de abril –de 1701– entró el primer Borbón en España: Felipe V. Otro 14 de abril –de 1931– saldría de España el último Borbón, Alfonso XIII.
En esos dos siglos borbónicos –del XVIII al XX– la tragedia española no pudo resolverse ni con las guerras carlistas contra los liberales ni con los «Pronunciamientos» de Caudillos heroicos, el último de los cuales fue Don Miguel Primo de Rivera, muerto en París (probablemente envenenado) momentos antes de irse a refugiar a Alemania en 1930.
Los índices espirituales de toda esta época borbónica reflejaron tal tragedia.
El momento de la agonía de la Casa de Austria, el crepúsculo del Imperio español en el siglo XVII se simbolizó, amargamente, en Quevedo.
El momento de querer España trasladar –vanamente– su sueño imperial a través del absolutismo francés, lo representaron Feijoo y Jovellanos y Cadalso en el siglo XVIII ilustrado y enciclopedista.
El momento de la desilusión absolutista francesa borbónica y napoleónica y el paso al Romantismo de la Libertad prometida por WeIlington y Lord Holland y los masones ingleses y los Constitucionales –lo representaron las angustias españolas de un Quintana, un Larra, un Valera, un Costa, un Unamuno. Pocos «Pronunciamientos» espirituales hubo en España durante el Romanticismo. Y los que hubo se debieron al Romanticismo alemán que iniciaran Böhl de Faber y su hija en Andalucía. Así como el influjo de sabios y artistas como Humboldt, Schlegel y Herder. En la lírica, el espíritu romántico germánico se interpretó por el poeta Bécquer. Y en el pensamiento, por la actitud antifrancesa y antiinglesa de Donoso Cortés. [56]
Ahora bien: el agente fundamental de germanismo en la España contemporánea y moderna ha sido una figura muy superior a la del erudito Humboldt o la del aficionado Böhl de Faber. Ha sido Federico Nietzsche. Nuevo Erasmo del nuevo Renacimiento español. Y padre espiritual de la llamada «Generación del 98». De esa generación: Joaquín Costa profetizó el «Dictador de hierro». Menéndez Pidal introdujo el espíritu germánico en el estudio de nuestra épica. Ramiro de Maeztu las ideas gremiales y funcionales. Azorín una filosofía poética de la Voluntad. Benavente el ingenio aforístico en el teatro. Pío Baroja la teoría racista en las novelas.
De ese renacer del 98 se originaron las corrientes denominadas «europeizantes» en la generación posterior: creando instituciones especiales y enviando muchos pensionados a Alemania para el progreso científico, filosófico e industrial de España.
Sin embargo los maestros de tal generación europeizante (Ortega Gasset, Marañón, Pérez de Ayala, Madariaga y otros) no obstante formarse en el orbe germánico se inclinaron políticamente hacia las democracias franco-inglesas. Y algunos hacia el comunismo, como Araquistain y Álvarez del Vayo. Trayendo a España la República liberal del 31, imitada de Francia y de Inglaterra, y que se precipitó en la bolchevización de 1936.
Frente a tal generación, desviada de sus orígenes genuinos, dos voces resonaron de una nueva promoción juvenil. Una, la de un vate que murió joven y loco: Ramón de Basterra. La otra, mucho más modesta, fue la mía –exaltando las figuras y doctrinas de Mussolini y de Hitler. Con lo cual surgió algo nuevo: el primer movimiento nacionalsindicalista de las J.O.N.S. con mi camarada Ledesma Ramos. Y en 1933 la Falange Española de las J.O.N.S. de nuestro grande José Primo de Rivera. Desde esos momentos se preparó la juventud de la Guerra civil, triunfante de demócratas y comunistas en 1939.
En esta generación triunfante pueden distinguirse dos grupos: el tradicionalista y monárquico a la antigua, que quiere volver a la Casa de Borbón, bajo formas, más o menos renovadas, [57] descartando el influjo fascista y sobre todo el nazi de Hitler. Y el grupo espiritual de la Falange que sueña, antes que en nada, con el Imperio, a base de doctrinas totalitarias y, si es preciso, con un renovado entronque hispano-germánico.
Este ansia romántica de toda postguerra triunfante deberá satisfacerse pronto para evitar que gentes más jóvenes, desilusionadas, caigan en manos de masones y mistificadores que corrompan nuestra victoria y precipiten a España en una nueva guerra civil y otra tragedia.
Esperemos que el triunfo total del Eje muestre a España su definitivo camino de resurrección: la vieja y gloriosa tradición que estuvo abandonada por tres siglos.
Y que los esfuerzos de Isidoro de Sevilla, Alfonso el Sabio, Nebrija y todos los creadores de nuestra Edad de Oro no se pierdan junto a los hecho por nosotros en estos años de combate.
La figura magnífica y victoriosa de Franco –nuevo Cisneros quizás de España– es la promesa del sueño que soñamos. Un nuevo Imperio. Una unanimidad entre nuestros pueblos: un mismo destino entre España y Alemania. Un destino que no puedan volver a truncar nuestros vecinos, que ya han dejado de ser vecinos, y por tanto enemigos.
Somos pocos, y dentro de no mucho ninguno, pero a fe mía que nos recordarán hasta el día del juicio final. Luciremos sobre nuestros pechos, lo que siempre nos ha caracterizado, ese tesón catalán, dureza vascongada, terquedad aragonesa, esa honorabilidad valenciana ese coraje castellano; volveremos a llevar en nuestros estandartes: el honor, la honra, la estoicidad y el laconismo que siempre nos caracterizó. Magro consuelo dirán alguno que esto es, al menos se nos recordará como a Numancia y a Leónidas y sus 300, a pesar de que fueron tratados de ser borrados de la historia, sus enemigos no lo consiguieron. Y en caso de vencer, se van a cagar.
Aunque tengamos que volver a las catacumbas, aunque seamos perseguidos por nuestra fé, no desfallezcamos, el enemigo es: más poderoso, más numeroso, y ha lavado el cerebro al mundo, las probabilidades de fracasar son muy altas; y las de morir, aún más. Todo eso en vez de achicarnos, nos hará fuertes, ya que los verdaderos españoles, siempre vencieron con todo en su contra, somos hombres de pálpito no de cálculo. Hermanos, luchemos porque se vuelvan a oír las campanas en las iglesias, porque Las Españas vuelvan a ser lo que fueron, el mayor imperio que jamás ha existido, porque al decir que uno es español, los que le rodean tiemblen por respeto ante la grandeza de nuestro pueblo y aún si con todo fracasamos, esos perros, se acordarán que unos pocos se enfrentaron a muchos por unos ideales que nunca morirán.
Algo que siempre me fascinó y hasta el momento no supe contestar fue porque los antiguos decían aquello de: Es mejor morir joven que viejo. Hoy creo haber llegado a la conclusión; al morir joven el hombre no ha tenido tiempo de errar por lo que sus logros, gloria y honor estarán intactos durante la eternidad, esa cosa que tanto tememos. Mejor morir luchando, que agonizando en un hospital, en la juventud aun gozamos de cierta igenuidad, que nos es arrebatada por la edad. No estaba en clase de Filosofía o ''ética'', sencillamente estaba en la cafetería del colegio (o high school, para que nos estedamo mejor)escuchando a mis amigos hablar sobre que buenas están esas rubias o como retozaría con esa morena. Como el aburrimiento estaba llegando a grandes límites me he puesto a divagar y EUREKA, allí lo tengo. No sé si es cierto o no, y tampoco es que me intere saberlo, aún. Llegado el caso de tener que elegir un personaje histórico, siempre elegiría: Alejandro Magno,San Luis Rey de Francia Don Juan de Austria o El cardenal-Infante don Fernando no Julio César, Carlomagno o el Cid. Murieron jóvenes, conocieron la gloria y no tuvieron tiempo de errar. Son en cierto modo, algo más que humanos, ya que si errar es humano, ellos no lo fueron, no se equivocaron. A todos aquellos que quieran tener un larga vida: ¿De qué os sirve ésta si no está acompañada por el honor?, no sirve de nada, lo que se recordará será tu honor, no tu cara. Empecemos a dejar de temer a la muerte. Muramos jóvenes por España, que es nuestra madre, la única inmortal que tenemos, la que siempre estará allí.
Luzco del mundo en la gentil pavana, sobre el recio tahalí de mi tizona, una cruz escarlata, que pregona mi abolengo de estirpe castellana.
Llevo a los hombros ferreruelo grana guío el mostacho a la usanza borgoñona y mi blanca gorguera se almidona bajo mi crespa cabellera grana.
Tengo cien lanzas combatiendo en Flandes, mil siervos en las faldas de los Andes, calderas y pendón, horca y chuchillo,
un condado en la tierra montañesa, un fraile, confesor de la condesa, cien lebreles, diez pajes y un castillo.
Castillo de amor.
Hame tan bien defendido, señora, vuestra memoria, de mudanza, que jamás nunca ha podido alcanzar de mí victoria, olvidanza: porque estáis apoderada vos de toda mi firmeza en tal son, que no puede ser tomada a fuerza mi fortaleza ni a traición.
La fortaleza nombrada está en los altos alcores de una cuesta, sobre una peña tajada, maciza toda de amores, muy bien puesta; y tiene dos baluartes hacia el cabo que ha sentido el olvidar, y cerca a las otras partes, un río mucho crecido, que es membrar.
El muro tiene de amor, las almenas de lealtad, la barrera cual nunca tuvo amador, ni menos la voluntad de tal manera; la puertas de un tal deseo, que aunque esté del todo entrada y encendida, si presupongo que os veo, luego la tengo cobrada y socorrida.
Las cavas están cavadas en medio de un corazón muy leal, y después todas chapadas de servicios y afición muy desigual; de una fe firme la puente levadiza, con cadena de razón, razón que nunca consiente pasear hermosura ajena ni afición.
Las ventanas son muy bellas, y son de la condición que dirá aquí: que no pueda mirar de ellas sin ver a vos en visión delante mí; mas no visión que me espante, pero póneme tal miedo, que no oso deciros nada delante, pensando ser tal denuedo peligroso.
Mi pensamiento, que está en una torre muy alta, que es verdad, sed cierta que no hará, señora, ninguna falta ni fealdad; que ninguna hermosura no puede tener en nada ni buen gesto, pensando en vuestra figura que siempre tiene pensada para esto.
Otra torre, que es ventura, está del todo caída a todas partes, porque vuestra hermosura la ha muy recio combatida con mil artes; con jamás no querer bien, antes matar y herir y desamar un tal servidor, a quien siempre debiera gustar y defensar.
Tiene muchas provisiones, que son cuidados y males y dolores, angustias, fuertes pasiones, y penas muy desiguales y temores, que no pueden fallecer aunque estuviese cercado dos mil años, ni menos entrar placer a do hay tanto cuidado y tantos daños.
En la torre de homenaje está puesto toda hora un estandarte, que muestra por vasallaje el nombre de su señora a cada parte; que comienza como más el nombre y como valer el apellido, a la cual nunca jamás, yo podré desconocer, aunque perdido.
A tal postura vos salgo con muy firme juramento y fuerte jura, como vasallo hidalgo que por pesar ni tormento ni tristura, a otro no lo entregar aunque la muerte esperase por vevir, ni aunque lo venga a cercar el Dios de Amor, y llegase a lo pedir.
1. Soy cristiano católico apostólico romano, creo en Dios Uno y Trino, en la Santísima Virgen María y en todos los Santos, en la Santa Iglesia Católica y en su cabeza, el Papa.
2. Rechazo el ecumenismo y todas las reformas introducidas por el modernista Concilio Vaticano II.
3. Soy español por sangre y por nacimiento. Mi patria es mi nación, mi nación España.
4. Soy tradicionalista y foralista: Creo en cada una de las regiones que conforman España (antiguos reinos, condados y señoríos) y en sus fueros o leyes viejas, que no son algo arcaico, caduco y estático, sino presente, perenne y dinámico. Es pues el Foralismo, el genuino y auténtico sistema de organización territorial y administrativa de la patria, pues solo él respeta las unidades sociales básicas naturales del ser humano: familia, municipio y comarca (en última instancia, región), y solo él articula la patria, desde abajo hacia arriba.
5. Rechazo el federalismo y el centralismo, hijos de la Revolución y del Liberalismo. Mientras el federalismo subordina las leyes regionales a una ley superior estatal, el foralismo subordina esa ley estatal posterior a las leyes regionales anteriores, y no puede ser contraria a las mismas.
6. Soy monárquico legitimista, esto es, no me siento representado por la rama usurpadora que desde 1833 ensucia y “okupa” el sacro trono de España. Sin entrar en legitimidades de origen y de ejercicio, la monarquía española, antaño cristiana y temerosa de Dios, condicionada por Él desde lo Alto y por sus súbditos desde abajo, orgullosa descendiente de Isabel y de Fernando, perdió ya hace tiempo su naturaleza (que si bien se produjo en 1833, el declive comenzó poco mas de un siglo antes).
7. Rechazo así pues, al usurpador liberal y proabortista (pues firma las leyes genocidas para el exterminio de los no-nacidos) llamado Juan Carlos.
8. Reconozco y soy leal a la rama legítima, defensora de la España tradicional, que es la auténtica y verdadera, hoy proscrita, representada en las figuras de los reyes: Carlos V, Carlos VI, Carlos VII, Jaime III, Alfonso Carlos I, Javier I y por último, SAR Don Sixto Enrique de Borbón, Regente y Abanderado de la Tradición.
9. Creo en la Hispanidad o en la Confederación de España y Portugal con sus países hermanos de Hispanoamérica, del África y de las Indias Orientales. Es nuestro destino universal.