miércoles, 24 de noviembre de 2010
El hombre medieval y el hombre actual.
“El hombre medieval sentía el olor del pecado; el hombre moderno se empeña en ponerle al pecado olor a desinfectante. El hombre medioeval hacía penitencia después de pecar, el hombre moderno adopta precauciones antes de pecar. El hombre medioeval corría el riesgo de la inmundicia; el hombre moderno se procura un seguro de higiene. El hombre moderno es el animal que se cree a sí mismo algo más que un hombre y sostiene que el hombre es algo menos que un animal. Es el animal que utiliza su inteligencia para predicar al hombre la primacía del instinto: la primacía de un instinto que él mismo crea en el hombre, como si éste no tuviera demasiado trabajo con sus instintos. Es el animal que inventa una selva para el hombre religioso e inventa una selva para el hombre político; el animal que inventa una nueva especie de hambre para el hombre político: una selva y un hambre que obligan al hombre a creerse algo menos que un animal. Es el animal que proclama la santidad de la animalidad. Es el hombre resentido contra la grandeza de la Iglesia y contra la grandeza del Reino; el animal que levanta al hombre contra la Autoridad y contra el ungido por la Autoridad: porque el desorden religioso lleva necesariamente a todas las formas del desorden, como todas las formas del orden llevan necesariamente al orden romano. El hombre moderno es el enemigo del orden porque es el esclavo de su rebeldía; es el animal que persigue la instalación de un orden inventado por él, porque él es impotente para vivir en el orden. Es el enemigo de la Iglesia porque la Iglesia pone orden en las almas y es el enemigo del Reino porque el Reino asegura el orden de los hombres. Es el animal que, por el camino de la higiene, quiere convertir al hombre en un animal de apetito carnívoro y de digestión vegetariana y es el animal que, por el camino de la fraternidad, quiere convertir a la sociedad de los hombres en una sociedad de moluscos anémicos. Porque el hombre moderno quiere, a todo trance, suprimir el heroísmo.”
Ignacio B. Anzoátegui
Tomado de Rafael Castela Santos, "Ignacio Anzoátegui, que estás en los cielos...", en A Casa de Sarto.
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